A partir de este post comenzaremos a analizar a aquellas selecciones que llegaron con todo el cartel para hacer una gran presentación. O en todo caso, con el nombre suficiente para hacerse respetar, y llegar a instancias finales del Campeonato del Mundo; pero que a la hora de estar en el césped no estuvieron a la altura. E incluso se regresaron temprano.
Hoy hablaremos de la selección francesa, que llegó a este mundial en medio de varios dilemas. El primero, que sería una Copa inédita por no tener a su gran figura de los últimos 20 años: Zinedine Zidane. Tras su retiro en el torneo del 2006, en el que salió expulsado en el decisivo encuentro contra Italia, el cuadro galo no reeditó grandes actuaciones, al menos en lo estético. Por lo menos los resultados le acompañaron para llegar al repechaje.
Aquí el segundo dilema. La forma en que llegó a la Copa del Mundo no fue bien vista. Francia había derrotado a Irlanda a domicilio por la mínima diferencia, y sólo precisaba de un empate en Dublín. Los británicos se pusieron adelante en París, y la clasificación francesa peligraba. Llegó el empate de Gallas, pero la jugada previa fue un pase de Thierry, quien se ayudó con la mano. Los irlandeses protestaron, e incluso pidieron a la FIFA que se repita el juego. Pero Blatter y compañía no aceptaron el reclamo. Francia se metía al mundial por la ventana.
Ese antecedente hizo que los franceses no fueran bien vistos por los aficionados. En el mismo ambiente del fútbol se cuestionó la manera en que Francia se hizo presente en Sudáfrica 2010. Aún así, tenía el cartel de favorito en su grupo. Quizás Sudáfrica podría hacerle frente por ser el dueño de casa. México y Uruguay eran vistos como inferiores.
El empate a cero con los uruguayos no los dejó contentos. El cuadro celeste se paró bien en defensa, atacó en algunas ocasiones, y cuando sufrió la baja de uno de sus hombres por expulsión, simplemente firmó el marcador en blanco. Francia debía ganar a México para asegurar la clasificación. Pero los aztecas les salieron respondones y los humillaron, ganándoles (2-0) por primera vez en Copas del Mundo, con goles de Blanco y Hernández.
Esa derrota no fue lo peor. Lo más grave vino después, con el escándalo que se armó por los insultos del delantero Nicolás Anelka al propio entrenador Raymond Domenech. Esto trascendió de los camarines a la prensa, y se armó la grande. La "triple F "(Federación Francesa de Fútbol) sacó a Anelka de la selección. Los jugadores salieron en su defensa, y se negaron a entrenar ¡en pleno Mundial! Las relaciones quedaron bastante deterioradas.
Con ese clima, Francia ya estaba eliminado. Pese a sus posibilidades matemáticas, el ánimo no estaba para intentar milagros. El último partido ante Sudáfrica fue otra derrota. Francia cayó dos a uno, y quedó último del grupo A, pese a que todos lo daban como ganador seguro.
El fracaso francés en esta competición no sólo ha remecido los cimientos de su fútbol, sino los de su propia sociedad. Muchos sociólogos se atreven a hablar del "fin de la Francia diversa y multicultural", que tuviera su máxima expresión en el título logrado en casa el año '98.
Más allá de los análisis y las opiniones, la "triple F" le dio vuelta a la página y destituyó a Domenech, poniendo en su lugar a Laurent Blanc, quien fuera campeón como jugador hace doce años. Va necesitar algo más que ósculos en la pelada de Barthez (su cábala en Francia '98) para darle vuelta a esta adversa realidad.
Hoy hablaremos de la selección francesa, que llegó a este mundial en medio de varios dilemas. El primero, que sería una Copa inédita por no tener a su gran figura de los últimos 20 años: Zinedine Zidane. Tras su retiro en el torneo del 2006, en el que salió expulsado en el decisivo encuentro contra Italia, el cuadro galo no reeditó grandes actuaciones, al menos en lo estético. Por lo menos los resultados le acompañaron para llegar al repechaje.
Aquí el segundo dilema. La forma en que llegó a la Copa del Mundo no fue bien vista. Francia había derrotado a Irlanda a domicilio por la mínima diferencia, y sólo precisaba de un empate en Dublín. Los británicos se pusieron adelante en París, y la clasificación francesa peligraba. Llegó el empate de Gallas, pero la jugada previa fue un pase de Thierry, quien se ayudó con la mano. Los irlandeses protestaron, e incluso pidieron a la FIFA que se repita el juego. Pero Blatter y compañía no aceptaron el reclamo. Francia se metía al mundial por la ventana.
Ese antecedente hizo que los franceses no fueran bien vistos por los aficionados. En el mismo ambiente del fútbol se cuestionó la manera en que Francia se hizo presente en Sudáfrica 2010. Aún así, tenía el cartel de favorito en su grupo. Quizás Sudáfrica podría hacerle frente por ser el dueño de casa. México y Uruguay eran vistos como inferiores.
El empate a cero con los uruguayos no los dejó contentos. El cuadro celeste se paró bien en defensa, atacó en algunas ocasiones, y cuando sufrió la baja de uno de sus hombres por expulsión, simplemente firmó el marcador en blanco. Francia debía ganar a México para asegurar la clasificación. Pero los aztecas les salieron respondones y los humillaron, ganándoles (2-0) por primera vez en Copas del Mundo, con goles de Blanco y Hernández.
Esa derrota no fue lo peor. Lo más grave vino después, con el escándalo que se armó por los insultos del delantero Nicolás Anelka al propio entrenador Raymond Domenech. Esto trascendió de los camarines a la prensa, y se armó la grande. La "triple F "(Federación Francesa de Fútbol) sacó a Anelka de la selección. Los jugadores salieron en su defensa, y se negaron a entrenar ¡en pleno Mundial! Las relaciones quedaron bastante deterioradas.
Con ese clima, Francia ya estaba eliminado. Pese a sus posibilidades matemáticas, el ánimo no estaba para intentar milagros. El último partido ante Sudáfrica fue otra derrota. Francia cayó dos a uno, y quedó último del grupo A, pese a que todos lo daban como ganador seguro.
El fracaso francés en esta competición no sólo ha remecido los cimientos de su fútbol, sino los de su propia sociedad. Muchos sociólogos se atreven a hablar del "fin de la Francia diversa y multicultural", que tuviera su máxima expresión en el título logrado en casa el año '98.
Más allá de los análisis y las opiniones, la "triple F" le dio vuelta a la página y destituyó a Domenech, poniendo en su lugar a Laurent Blanc, quien fuera campeón como jugador hace doce años. Va necesitar algo más que ósculos en la pelada de Barthez (su cábala en Francia '98) para darle vuelta a esta adversa realidad.