sábado, 31 de julio de 2010

Ecos del mundial (III): El poder de Grondona y las pataletas de Maradona

Sin duda alguna, la humillante eliminación de la selección argentina (dirigida por Diego Maradona) a manos de Alemania, es uno de los hechos que mayores consecuencias iba a traer luego del Campeonato del Mundo. Pese a que en ese momento no se tomaron decisiones ni se hicieron críticas de parte de los directivos del fútbol platense, de todas maneras quedaban secuelas que iban a causar conflictos y determinaciones finales.

Tras casi un mes del humillante 0-4 que recibió Argentina en cuartos de final, Maradona fue cesado como entrenador. La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) comunicó esta decisión sin hacer más comentarios. Por su parte, "Pelusa" reaccionó calificando a Julio Grondona, el mandamás de la AFA, como "mentiroso", y a Carlos Salvador Bilardo, integrante de su comando técnico y campeón mundial como DT en México '86, como "traidor".

Puede que la forma en que salió Maradona haya sido incorrecta. Él quiso quedarse con todo su comando técnico, y no le aceptaron esa condición. Maradona protestó por eso. Sin embargo, no debió salir de esa forma. Lo mejor es para él hubiera sido renunciar al cargo el 3 de julio del 2010, día de la catástrofe ante los germanos.

En ese partido Diego demostró que le falta para ser entrenador de fútbol. Ojo, en cualquier equipo que quiera dirigir, desde la selección argentina hasta el Sacachispas de la quinta división de su país. Para ser un buen DT, se necesita ser estratega. Y saber de estrategia. Maradona creyó que jugando como ante Nigeria, Corea del Sur, Grecia e incluso México, le iba a poder ganar a Alemania. Evidentemente el cuadro europeo era muy superior a todos los rivales que enfrentó previamente la albiceleste. Y lo demostró aplastando a los platenses.

Maradona también fue muy criticado por cómo alineó sus equipos en los partidos del mundial, y algunas convocatorias que realizó (e incluso por las que no realizó). Muchos observábamos que, si bien es cierto Argentina mostraba cierta contundencia en el arco rival, su defensa fue un punto muy flojo; esto no se notó por la inferioridad de sus rivales. Pero ante equipos como Alemania, se evidenciaron en gran manera.

En resumen, Maradona cuenta con todos los pergaminos como el gran futbolista que fue (el mejor de la historia), pero no tenía autoridad moral para exigir cosas luego de la debacle argentina. Y la forma en que condujo el equipo. Sin embargo, él lo tomó sin humildad y creía (y cree) que por haber sido lo que fue como jugador, nadie lo puede criticar. Y demostró que primero tiene que estudiar mucho para eso. Por último, si descubre que no tiene capacidad para ello, lo mejor es tomar distancia. Lo demás que reclama son puras pataletas.

Por otro lado, Grondona demostró que sigue siendo el todopoderoso del fútbol argentino. Muchos entrenadores han pasado, pero él sigue incólume en el trono. Eso a pesar que Argentina no gana títulos desde 1993, cuando fue campeón de América, e incluso no es campeón mundial desde 1986. Sin embargo, continúa en el poder, amparado por dirigentes de clubes que seguro algo les debe saber, y por la misma FIFA a la que le conviene que varios dirigentes sean eternos (¿no es así Burga?).

¿Alguien será capaz de destronarlo?

jueves, 29 de julio de 2010

Ecos del mundial (II): Las vuvuzelas

Ayer espectábamos un partido por las semifinales de la Copa Libertadores, en el que se enfrentaban dos cuadros brasileros: Internacional de Porto Alegre y San Pablo FC. Más allá del resultado, me pareció una vuelta a la normalidad seguir el partido y escuchar los cánticos de las hinchadas de ambos equipos, después de 17 días de concluido el mundial.

Es que el sonido de las denominadas "vuvzelas", cornetas que son comúnmente usadas en Sudáfrica durante los partidos de fútbol, fue una de las características de la última Copa del Mundo. Estas sonaban desde antes que se inicie los partidos mundialistas, y no paraban de ser sopladas por los aficionados en el estadio incluso después de la finalización del cotejo.

En Sudáfrica no fue común el ambiente que en América Latina o Europa vemos cuando se juega al fútbol en un estadio: los cantos de las barras, las voces de emoción cuando un delantero falla un gol o en momentos en que un portero hace una atajada espectacular, el estruendo del grito de ¡gol! cuando uno de los equipos convierte, la silbatina al equipo visitante cuando éste tiene la pelota, las rechiflas cuando el equipo local no rinde como se espera, etc. Todo eso quedaba reducido a su mínima expresión con el ensordecedor sonido de las vuvuzelas, que opacaban cualquier otro eco. Y no paraban de sonar durante todo el partido.

Muchos futbolistas se quejaban de este sonido imparable, y aducían que no les permitía concentrarse. Dicen las malas lenguas que el defensor argentino Martín Demichelis falló en el único gol que marcó Corea del Sur contra Argentina (ésta le hizo cuatro en aquel partido de primera fase) porque no escuchó a sus compañeros que le avisaban que un delantero coreano venía por detrás de él. Varios técnicos decían que no podían dar indicaciones debido a las ensordecedoras cornetas.

Pese a esta característica incómoda, luego tanto técnicos, futbolistas como aficionados se fueron acostumbrando a las vuvuzelas. Y quedó como el sonido característico del Campeonato del Mundo, como nunca antes ocurrió.

La única vez que las vuvuzelas dejaron de sonar fue cuando el uruguayo Diego Forlán anotó de penal el segundo tanto de su selección ante el combinado local, cuando faltaban diez minutos para que finalice el encuentro. Fue entonces que miles de aficionados, cada uno con su respectiva vuvuzela, comenzaron a abandonar las graderías del estadio como signo de desaprobación a la mala actuación de los "Bafana Bafana". Entonces sólo se escuchó el sonido tradicional que existe en un estadio de fútbol. Y acaso por única vez en toda la Copa.

En la final entre España y Holanda, hubo momentos en que las vuvuzelas comenzaron a sonar más fuerte que nunca, como si se estuvieran despidiendo. Y así fue.

Se acabó el mundial, y se acabaron las vuvuzelas. Muchos nos acostumbramos a su sonido. Fueron como ese amigo al que uno al principio le cae antipático, pero que después le va tomando cariño; y cuando tiene que partir, a uno le causa pena. Cuando pasen los años y se recuerde Sudáfrica 2010, rememoraremos las vuvuzelas. Se les va extrañar.

miércoles, 28 de julio de 2010

Ecos del Mundial (I)

¿El fútbol sin arcos?

Un asunto que ha pasado desapercibido en el mundial de Sudáfrica 2010 es el de la cantidad de goles. Fueron anotados varios de buena factura, como el del holandés Van Bronckhorst en la semifinal ante Uruguay; o el del argentino Tévez en octavos ante México. Incluso Fo´rlán tiene como tres tantos en esa escala. Pero los goles fueron pocos.

En total, se anotaron 145 goles, que a primera vista parece bastante. Pero repartidos entre los 64 partidos disputados, se obtuvo un promedio de 2,26 por juego, el más bajo de la historia desde Italia ‘90.

Recién en el final de la segunda fecha, el promedio de goles supero los dos por partido, justo cuando Portugal aplastó a Corea del Norte (7-0). Las dos primeras jornadas, vale decir la primera mitad de los partidos, marcaban que apenas se superaba un gol por encuentro.

La explicación más simple es que, en el debut, los equipos prefieren “estudiarse” cuales boxeadores que salen al ring en los primeros asaltos. Prefieren ser más cautelosos para no darle ventajas al rival. En un contexto en el que parece privilegiarse el cero en la valla propia, esto es normal. Esa fue la tendencia de varias selecciones, como Uruguay en su estreno ante una Francia menos poderosa de lo que se pensó; Japón que le hizo un gol a Camerún y luego supo aguantarlo; Paraguay que gustaba jugar de contragolpe, etc.

A algunos equipos les dio resultado. Pero eso conspiraba con la cantidad de goles en el torneo, que se iba tornando dramáticamente baja hasta la goleada de Portugal a los norcoreanos. No obstante, estas estrategias de inicio de torneo influyeron en el bajo promedio del torneo.

Sin embargo, muchos no pudieron gozar mucho de esa estrategia ultradefensiva. Quizás la selección de Japón si pudo superarlo, pues con dos tiros libres de Heisuke Honda definió la clasificación de su país a octavos ante Dinamarca. Por el contrario, Suiza fue víctima de su propio remedio: ante España (futura campeona) le funcionó bien, pues anotó un gol y luego aguantó con precisión a la “furia” hasta el final. Ante Chile falló, pues sufrió una expulsión y un gol en contra, y mostró serias limitaciones en su ataque cuando quiso empatarlo, las mismas que se evidenciaron cuando tenía que buscar la victoria ante Honduras para no quedar eliminado en primera fase, que fue lo que sucedió al final con los limitados helvéticos.

Luego, los goles comenzaron a llegar, pero ya muy tarde, cuando se habían disputado el 75 por ciento de los cotejos. La gran excepción fue Alemania, que marcó 16 goles en sus siete partidos, un ejemplo de contundencia y también de buen fútbol. Lo curioso es que España, la selección ganadora de la Copa del Mundo, fue el equipo campeón que anotó menos goles en la historia: apenas ocho.

Otro detalle es que la tendencia del promedio de gol va descendiendo. Desde que se aumentara la puntuación al ganador de dos a tres puntos en Estados Unidos ‘94, los goles parecían aumentar. En efecto, en este mundial se anotaron 143 en 52 partidos, con 2,75 por encuentro, bastante alto en comparación a Italia ‘90, con 2,21, e incluso al de México ‘86, con 2,55.

Francia ‘98 registró 170 en 64, una media de 2,65; Corea-Japón 2002, 161 goles, con promedio de 2,51. Alemania 2006 mostró la segunda más baja: 2,29, producto de 147 goles en 64 encuentros. Y Sudáfrica 2010 muestra el declive mencionado anteriormente.

Los goles son parte del espectáculo, y la FIFA lo sabe muy bien. Por eso introdujo cambios entre 1990 y 1994 para que aumenten. En un comienzo fueron dando resultado. Pero parece que ahora tendrá que pensar en otras modificaciones si no quiere que la Copa del Mundo termine siendo un festival de partidos sin arcos.

martes, 20 de julio de 2010

Este blog aún no muere


Quienes pensaron que acabado el mundial de fútbol, se acababa el blog, pues se equivocaron. Este decimonoveno Campeonato del Mundo ha dejado algunos cabos sueltos que vale la pena analizar. Los hechos sucedidos en las canchas sudafricanas e incluso fuera de ellas, han marcado algunos hitos que pueden determinar algunos cambios en el mundo del balompié.

Por eso, desde esta tribuna se entregará una saga denominada “Ecos del mundial”. No se refiere necesariamente al sonido ensordecedor de las vuvuzelas, los gritos de los hinchas o los silbatazos de los árbitros. Estos “ecos” son las resonancias que Sudáfrica 2010 nos deja, y que seguro perdurarán en el tiempo.

Le invitamos a que nos siga leyendo. Pero también a que pueda comentar y opinar sobre nuestros humildes aportes. No sólo en el blog, sino en nuestra página en Facebook que puede ubicar a la derecha de los posts. Autor y lectores podemos hacer que este esfuerzo continúe. Aún hay muchas cosas que decir.

lunes, 12 de julio de 2010

La eterna candidata por fin gritó campeón


Durante las últimas cuatro o cinco ediciones del Campeonato del Mundo, la selección española siempre partía como una de las favoritas para conseguir el título. Sin embargo, a la hora de la verdad, la “Furia Roja” decepcionaba, y quedaba como la constante promesa del fútbol.

Así parecía ocurrir en este decimonoveno Mundial, cuando España cayó por primera vez en su historia ante Suiza, por la mínima diferencia. Parecía el mismo cassette de toda la vida. Sin embargo, luego de ese debut con derrota, la selección ibérica comenzó a edificar su camino hacia su máximo logro futbolístico.

España llegó como favorita, no ya por arrasar en la eliminatoria europea (como lo viene haciendo en los últimos años), sino porque ganó con autoridad la última Eurocopa del 2008, realizada en Austria y Suiza. Y además contaba en su seleccionado con acaso la mejor generación de futbolistas de su historia, con mucho talento y un gran juego.

Ese mismo gran juego obviamente no apareció ante Suiza. La derrota ante los helvéticos obligaba a reponerse ante Honduras. Sin brillantez y aún sin eficacia ante el arco rival, derrotaron a Honduras con dos goles, perdonando un penal. Después, España aseguró la clasificación al imponerse a Chile por dos a uno. En ambos juegos, se hizo presente “la furia” más que el talento.

A medida que iba pasando la Copa, la selección de España mejoraba su juego. En las victorias ante Portugal y Paraguay, se hizo presente el oportunismo de David Villa, su goleador en el torneo. España llegaba a estar entre los cuatro mejores después de 60 años. Pero para este equipo no era suficiente.

En la semifinal fue que apareció su mejor fútbol, ese que todos esperaban desde el primer partido. Alemania sólo vio correr la pelota. El toque de balón de Iniesta, Xabi, Busquets, Pedro y compañía estuvo de vuelta. Y el gol fue hecho con “furia”: el gran salto de Carles Puyol para lograr el triunfo por uno a cero, resultado corto que fue producto de la buena estructura defensiva de los alemanes.

La gran final tuvo a la selección española como dominador, aunque Holanda casi lo gana con Robben en el primer tiempo. Este desperdició una gran ocasión ante Casillas, quien le ganó en el mano a mano. Luego, España se fue asentando ante un cuadro naranja que esta vez se dedicó más a pegar. Aún así, se fueron al tiempo extra, donde los tulipanes se quedaron con uno menos. Y faltando cuatro minutos para el final, el “cerebro” Iniesta hizo estallar de júbilo a un país entero, que podrá preciarse de ser el único europeo que ganó un mundial fuera del viejo continente.

España es un justo campeón. Demostró ser más que sus rivales. Comenzó mal, pero se fue recuperando, y como bien dijo su técnico Vicente del Bosque, no es que el juego bonito haya desparecido el mito de “la furia”, sino que ambos se complementaron bien. Desde Casillas hasta David Villa, el equipo se acomodó y terminó funcionando bien.

Los aplausos no sólo deben ser para España. Tenemos también a Alemania, que con el equipo más joven que haya tenido en 72 años, llegó al tercer lugar con buen fútbol, al que le sumó su clásica contundencia ofensiva. Además, palmas también para Uruguay, al que muchos miraban por encima del hombro, pero con humildad y trabajo, llegó más lejos que otras potencias que entraron soberbias y terminaron humilladas, como Argentina, Brasil, Inglaterra, Italia y Francia. Una mención para su máxima figura, Diego Forlán, elegido mejor futbolista del torneo.

Pese a quedarse por tercera vez a las puertas del título, Holanda también merece una distinción especial. En todos los partidos mostró una gran paciencia para superar a sus rivales, aunque en el último no estuvo al nivel esperado. También la merecen otras selecciones que hicieron historia, como Chile y Paraguay, por América Latina; Ghana, de lejos el mejor conjunto africano; Japón y Corea del Sur, que van mostrando sus progresos y podrán tener más protagonismo en el futuro del que han mostrado en este mundial.

Este mundial parecía ser una Copa América, pero terminó siendo una Eurocopa. Y por coincidencia, lo ganó la actual monarca del viejo Continente: la selección española, que confirma que ya no es la promesa eterna. Ahora es la principal potencia del fútbol mundial.

miércoles, 7 de julio de 2010

Uruguay el campeón mundial de la dignidad

Aunque no haya podido pasar la barrera de las semifinales ante la eficiente Holanda, selección que tiene una tercera oportunidad para ser campeona del mundo por vez primera, Uruguay ha demostrado de lejos ser el equipo más digno, con más amor a su camiseta, dejando todo en la cancha, tanto en la victoria como en la derrota.

En medio de problemas dirigenciales en los últimos años, y consiguiendo una clasificación angustiosa al Campeonato del Mundo, Uruguay realizó una de sus mejores campañas de las últimas cuatro décadas. La última fue en México 1970, cuando quedaron en cuarto lugar; esta de Sudáfrica 2010 puede superarla si el sábado vencen al perdedor de la otra semifinal entre España y Alemania.

Esta participación uruguaya es una verdadera sorpresa, lo que convierte a la selección celeste, otrora multicampeona en la primera mitad del siglo XX, en la revelación de este torneo. Y se ha colocado otra vez en la vitrina del fútbol mundial.

Sin embargo, antes del inicio de la Copa, ni el más fanático hincha “charrúa” pensaba en que su seleccionado llegaría tan lejos. Como relató el “maestro” Óscar Tabárez en una conferencia de prensa anterior al partido con Holanda, muchos le dieron el pésame por haber quedado ubicados en el “grupo de la muerte”, junto a Francia, llamada a ser candidata al título (que fracasó estrepitosamente), México (un rival que en los últimos años ha progresado y le ha dado muchos problemas), y Sudáfrica, el anfitrión.

Uruguay llegó al torneo con humildad, sin muchas poses y pese a no tener cartel de candidato, desde el inicio demostró que estaba hecho para llegar lejos. Sacó un buen empate ante Francia en el debut, para luego golear al cuadro local, en gran actuación de su goleador Diego Forlán (una de las figuras del campeonato) y derrotar a un difícil México. Tras cuatro campañas mundialistas para el olvido (‘74, ‘86, ‘90 y 2002), la Celeste ganaba con autoridad su serie, algo que no lograba hace 56 años.

Superó a Corea del Sur en octavos de final, con gran desempaño de Luis Suárez, y después superó a Ghana por penales en el milagroso empate donde el mismo Suárez evitó la derrota, con una mano en su arco, inmolándose con su expulsión.

Ante Holanda, Uruguay jugó de igual a igual pese a la evidente superioridad técnica de su rival, con grandes estrellas como Arjen Robben y Wesley Sneijder. Sin embargo, la escuadra “naranja” aprovechó distracciones defensivas de los sudamericanos para definir el juego. Parecía terminado, pero el golazo de Maxi Pereira le dio emoción, y el lance culminó con la imagen de una selección celeste que se resistía a morir, y que buscó el empate hasta el final.

La selección uruguaya, pese a sus limitaciones, mostró un equipo para rescatar, con la seguridad de Muslera bajo los tres palos, la eficiencia de Lugano y Pérez al momento de marcar, la fuerza de Álvaro Pereira en la volante, y el talento y olfato goleador de Forlán y Suárez. Y no podemos dejar de nombrar al arquitecto de esta campaña, Óscar Washington Tabárez, quien diseñó con lo que tenía un gran equipo, sin grandes figuras, pero con mucho temple y amor a la camiseta.

Ahora Uruguay debe buscar el tercer lugar. Pero aunque pierda y quede cuarto, sus compatriotas pueden estar satisfechos por la reaparición de la “garra charrúa” en Copas del Mundo. Y quienes admiramos el rico historial del fútbol uruguayo, ese de los títulos olímpicos y mundiales de los primeros 50 años del siglo pasado, ese mismo de Peñarol y Nacional que sonaban fuerte en el continente y en el mundo, también lo estamos. Que esta gran actuación de la Celeste no quede allí, sino que sirva para que el fútbol de Uruguay se reorganice y recupere ese sitial que nunca debió dejar.

Foto: AFP

domingo, 4 de julio de 2010

El que tiene que irse es Julio Grondona

Seguramente toda la prensa deportiva, desde la argentina hasta la internacional, va apuntar como culpable de la humillante eliminación de la albiceleste a su hasta ahora técnico, Diego Armando Maradona.

Y esto es lógico hasta cierto punto, porque el responsable del juego de conjunto de la selección argentina era Diego. Porque él tomó las decisiones sobre quién debía jugar, y dio las indicaciones sobre cómo debían hacer su fútbol en el terreno de juego.

Quedó demostrado que Maradona era un excelente motivador. Con eso, le bastó para que Argentina ganara su grupo con puntaje perfecto, ante rivales como Nigeria, Corea del Sur (al que goleó, pero fue demasiado castigo) y Grecia en la primera fase. Incluso ante un rival más complicado como México, también pudo imponerse; aunque favorecido por un mal fallo arbitral.

Ante Alemania, Maradona siguió con el mismo libreto: Confiar en la habilidad de Messi y los goles de Higuaín. Pero no observó un detalle, que fue común en sus partidos anteriores, aunque no le trajo problemas por la menor jerarquía de sus rivales: la defensa. Esa misma que mostró falencias en los cuatro partidos que ganó, y que no se notaron porque no fueron muy exigidas.

Allí fue que Maradona volvió a demostrar, una vez más, que no es estratega. Todo lo contrario a su colega alemán, Joachim Löw, quien estudió detenidamente a su rival rioplatense. Diego pensó que se enfrentaba a un rival tan inferior como los anteriores, e incluso lo minimizó.

Por su parte, Löw decidió que su equipo debía cortar el juego de Messi y sus compañeros de ataque, y jugó con volantes laterales. De esa forma, Argentina no tuvo respiro. Sin mediocampo y sin laterales, quedó a merced de una Alemania que no perdonó los errores defensivos de su oponente. Literalmente, la selección sudamericana fue aplastada.

Todo esto ha sido analizado por la prensa en general. Los mismos comentaristas argentinos lo han señalado. Algunos sostienen que Maradona debe renunciar porque no dio la talla como DT; y es cierto. Otro dicen que, pese a esta dolorosa eliminación, tiene que seguir, quizás fijándose más en el Diego jugador que en el entrenador.

Sin embargo, y con algunas pocas excepciones, nadie apunta al principal responsable de la eliminación gaucha de la Copa del Mundo. Se trata del señor Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), quien está en el cargo desde 1979. Y parece dispuesto a no dejarlo. Algunos periodistas, sabe Dios por qué motivos, nunca lo discuten ni lo cuestionan.

Argentina no figura entre los cuatro mejores del mundo desde hace veinte años. Y desde hace 17 años no gana la Copa América. Sólo se salvan sus clubes, que han ganado casi todo en este tiempo; pero esto no depende necesariamente de Grondona. Lo que sí depende de él, es que la selección tenga buenos resultados, además del nombramiento de los técnicos . La designación de Maradona fue un error y un engaño a la vez; porque no ha dado la talla como técnico, y la gente sigue pensando en el Maradona jugador. Esta eliminación es la cereza de una torta que se desmorona.

El fútbol argentino, que muchos queremos y admiramos, se está volviendo del montón a nivel mundial. Es incapaz de superar a cuadros europeos de nivel como hace algunos años. Parece remontarse a la época de los ‘40 hasta los ‘70, en que se preciaba de aplastar a sus rivales sudamericanos; más solo llegaba a eso. Parece volver a esta época. Por eso, antes de pensar sobre el alejamiento de Maradona de la dirección técnica de la selección, es mejor considerar que Grondona se vaya de la AFA.

Foto: EFE

sábado, 3 de julio de 2010

Luis Suárez: héroe y mártir a la vez

Si Assamoah Gyan, el mejor futbolista ghanés y a la vez uno de los más destacados de este Campeonato del Mundo, hubiera anotado el penal al último minuto del tiempo extra del partido contra Uruguay, seguro que el delantero uruguayo Luis Suárez hubiera sido enviado (injustamente) al paredón, debido a que evitó un gol del cuadro africano con la mano cuando el partido se acababa.

Porque con ese gol, se acababa el encuentro y Ghana lograba alcanzar las semifinales, hecho que no ha sido registrado por selección africana alguna. Y porque Uruguay, pese a todo su esfuerzo y garra mostrada en todo el partido, se iba del torneo.
No obstante, pese a haber incurrido en una falta indicada en el reglamento, lo cual acarreaba el cobro de la pena máxima y su expulsión del terreno de juego,Luis Suárez hizo bien. El delantero del Ajax holandés, al ver que su arco iba a caer batido, puso su extremidad superior para que esto no ocurra. Tras ver la tarjeta roja, Suárez salió llorando de la cancha, acaso porque pensaba se venía lo peor.
Pero como en esas películas de ficción, ocurrió lo inesperado. Gyan remató fuerte, pero su remate pegó en el horizontal, el cual fue bendecido por el golero charrúa Muslera, como una forma de agradecimiento al cielo por ese desenlace.
De supuesto villano, Suárez pasó a ser héroe. Y a la vez mártir. Porque, como cualquiera de aquellos que dieron su vida por la Patria para que esta no muera, Luchito Suárez prefirió morir e inmolarse por su camiseta, antes que ver batido su arco y en consecuencia, a su país eliminado del mundial.
Esa inmolación de Suárez evitó el gol, y le dio al menos un respiro hasta el final a la selección de Uruguay. Esa misma que después, con un gran envión anímico, supo responder en la definición por penales, cuya última ejecución fue protagonizada por Sebastián Abreu. Sí, este mismo “loco” que en su momento fue criticado, fue quien con una definición suave y sutil, le dio la victoria a su país, que ahora se ubica entre los cuatro mejores del mundo luego de 40 años.
Lástima por Ghana, que demostró ser un digno rival, y de lejos el mejor del continente africano. Se puso en ventaja al finalizar el primer tiempo, y pese a que luego le empataron, jugo en gran nivel todo el partido, y tuvo el infortunio de su lado en los penales. Pediría a sus hinchas no recriminen a Gyan, su mejor jugador, porque como le pasó a Roberto Baggio en la final contra Brasil en 1994, llevó a su equipo lejos, y también falló un penal decisivo. Así sucede con los grandes. Y Gyan es uno de ellos.
No sabemos cuál será el destino de Uruguay en la Copa del Mundo. Quizás no salga campeón. Quizás Holanda sea más y el martes acabe con sus sueños de reverdecer sus laureles. Pero de lo que sí pueden estar seguros, es que no sólo tienen un buen esquema de juego y grandes jugadores que anotan golazos como el del empate de Forlán, sino defensas como Fucile que pueden morir en la cancha, o delanteros como Suárez que pueden inmolarse con tal que la Patria no muera. Y que darán todo para llegar más lejos de lo que han llegado.

viernes, 2 de julio de 2010

Adeus Brasil: las consecuencias del estilo Dunga

Para sorpresa de muchos, Brasil ha quedado fuera del Campeonato del Mundo. Holanda lo derrotó dos a uno en un partido en el que el cuadro “verdeamarelho” lo tuvo todo para ganar, tras dominar en el primer tiempo y mostrar su mejor cara en lo que va del torneo.

Sin embargo, Brasil se dejó estar en el segundo tiempo. Y justamente lo que falló fue su bloque defensivo, ese mismo del cual su técnico, Carlos Bledorn, más conocido en el ambiente futbolístico como Dunga, siempre hizo más énfasis en su esquema de juego.


Para Dunga, lo más importante era asegurar la retaguardia. Y con eso, se podrían definir y ganar partidos. También aseguraba que no le importaban los nombres, sino los hombres, aquellos que se entreguen por la camiseta. Y un esquema en el cual todos marquen, todos metan.


Otra cuestión que era fundamental para Dunga es que los futbolistas que integren la selección brasilera sean disciplinados y poco afectos a las malas noches. Es por ello que dejó fuera del mundial a hombres como Ronaldinho y Adriano, porque mas bien les gustaba disfrutar de las fiestas nocturnas.

Con esa concepción rígida, Dunga condujo a la selección brasilera en los últimos cuatro años. Al principio le iba muy mal, y recibió críticas de todos lados. Pero la victoria en la Copa América del 2007, seguida de un impecable primer lugar en las eliminatorias sudamericanas, además del título obtenido en la Copa Confederaciones del 2009, lo consolidaron y parecieron darle la razón.

Incluso antes del mundial, Dunga fue influido por el tema religioso. En su selección decidió incluir a varios futbolistas, en parte por su calidad, y en parte por ser parte de una organización denominada “Atletas de Cristo”. Dunga optó por estos, quizá porque responderían a lo que él quería de su equipo.

Brasil se presentó en Sudáfrica 2010 con todos esos parámetros. Sin el “jogo bonito” y con una esquematización que no es propia del vistoso, alegre y contundente fútbol brasilero.


Por eso mismo ganó deslucidamente a Corea del Norte. Por eso mismo obtuvo un opaco empate a cero con Portugal, sin poder vengar la afrenta del ‘66 (los lusos lo vencieron y encima sacaron a patadas de la cancha a su astro Pelé). Sus victorias ante Costa del Marfil y Chile fueron un espejismo, con algunas pinceladas de un Kaká que recién se recuperaba de una lesión y de un Robinho que no tuvo socios con quien complementar su fútbol.

Ante Holanda, parecía tenerlo todo. Mas el jugar como europeo ante un europeo, no iba a dar resultados. Uno de los preferidos de Dunga, Felipe Melo, fue el villano de la jornada con su autogol y su expulsión. Brasil no supo reponerse del golpe y terminó perdiendo con un rival como “la naranja mecánica”, que ha ganado sus cinco partidos al hilo, y que en cada uno de ellos fue mejorando su gran juego. Y que definitivamente es candidato al título.


Brasil se regresa a casa en cuartos de final. Muy temprano para sus aficionados, que seguro no le perdonarán a Dunga su reducida visión de las cosas, y las consecuencias que han devenido de. Que llegó a Sudáfrica soberbio y se retira humillado, tras anunciar que se retira de la dirección técnica.