viernes, 2 de julio de 2010

Adeus Brasil: las consecuencias del estilo Dunga

Para sorpresa de muchos, Brasil ha quedado fuera del Campeonato del Mundo. Holanda lo derrotó dos a uno en un partido en el que el cuadro “verdeamarelho” lo tuvo todo para ganar, tras dominar en el primer tiempo y mostrar su mejor cara en lo que va del torneo.

Sin embargo, Brasil se dejó estar en el segundo tiempo. Y justamente lo que falló fue su bloque defensivo, ese mismo del cual su técnico, Carlos Bledorn, más conocido en el ambiente futbolístico como Dunga, siempre hizo más énfasis en su esquema de juego.


Para Dunga, lo más importante era asegurar la retaguardia. Y con eso, se podrían definir y ganar partidos. También aseguraba que no le importaban los nombres, sino los hombres, aquellos que se entreguen por la camiseta. Y un esquema en el cual todos marquen, todos metan.


Otra cuestión que era fundamental para Dunga es que los futbolistas que integren la selección brasilera sean disciplinados y poco afectos a las malas noches. Es por ello que dejó fuera del mundial a hombres como Ronaldinho y Adriano, porque mas bien les gustaba disfrutar de las fiestas nocturnas.

Con esa concepción rígida, Dunga condujo a la selección brasilera en los últimos cuatro años. Al principio le iba muy mal, y recibió críticas de todos lados. Pero la victoria en la Copa América del 2007, seguida de un impecable primer lugar en las eliminatorias sudamericanas, además del título obtenido en la Copa Confederaciones del 2009, lo consolidaron y parecieron darle la razón.

Incluso antes del mundial, Dunga fue influido por el tema religioso. En su selección decidió incluir a varios futbolistas, en parte por su calidad, y en parte por ser parte de una organización denominada “Atletas de Cristo”. Dunga optó por estos, quizá porque responderían a lo que él quería de su equipo.

Brasil se presentó en Sudáfrica 2010 con todos esos parámetros. Sin el “jogo bonito” y con una esquematización que no es propia del vistoso, alegre y contundente fútbol brasilero.


Por eso mismo ganó deslucidamente a Corea del Norte. Por eso mismo obtuvo un opaco empate a cero con Portugal, sin poder vengar la afrenta del ‘66 (los lusos lo vencieron y encima sacaron a patadas de la cancha a su astro Pelé). Sus victorias ante Costa del Marfil y Chile fueron un espejismo, con algunas pinceladas de un Kaká que recién se recuperaba de una lesión y de un Robinho que no tuvo socios con quien complementar su fútbol.

Ante Holanda, parecía tenerlo todo. Mas el jugar como europeo ante un europeo, no iba a dar resultados. Uno de los preferidos de Dunga, Felipe Melo, fue el villano de la jornada con su autogol y su expulsión. Brasil no supo reponerse del golpe y terminó perdiendo con un rival como “la naranja mecánica”, que ha ganado sus cinco partidos al hilo, y que en cada uno de ellos fue mejorando su gran juego. Y que definitivamente es candidato al título.


Brasil se regresa a casa en cuartos de final. Muy temprano para sus aficionados, que seguro no le perdonarán a Dunga su reducida visión de las cosas, y las consecuencias que han devenido de. Que llegó a Sudáfrica soberbio y se retira humillado, tras anunciar que se retira de la dirección técnica.


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