Seguramente todos los medios de prensa se referirán a los triunfos de Holanda y Brasil en la jornada de hoy. La "naranja mecánica" supo golpear en los momentos justos y definió su clasificación. En cuanto al cuadro "canarinho", sus individualidades aparecieron y dejaron en el camino las esperanzas de una selección chilena que buscaba algo más que su presencia en el mundial. Y todos dirán que Holanda y Brasil se medirán en cuartos, en un choque de poder a poder; y quien gane, es seguro candidato al título mundial.
Sin embargo, hoy nos ocuparemos de los derrotados. De esas selecciones que, por no haber logrado lo que está indicado en el reglamento del fútbol, se tendrán que regresar a casa. En esta oportunidad, fueron Eslovaquia y Chile.
Eslovaquia recién consiguió su clasificación a la Copa del Mundo por primera vez, en su cuarto intento. Las expectativas eran pocas. En su grupo, estaba el complicado Paraguay y la actual campeona del mundo, Italia. Con rivales así, lo mejor era pensar que era un gran acontecimiento participar del mundial, y olvidarse de los sueños mayores.
Pero esta Eslovaquia no se rindió. Tuvo la iniciativa en su debut mundialista ante la modesta Nueva Zelanda, ante la que se puso en ventaja y parecía irse con los tres puntos seguros; sin embargo, sólo pudo ganar uno en el final. Ese sabor amargo continuó con la derrota ante Paraguay. Parecía que el retorno sería rápido.
Mas llegó la gran gesta en el último partido, ante el monarca Italia. Tenían que ganar para llegar a octavos de final. Y consiguieron lo inesperado: victoria por 3-2, con dos goles de Robert Vittek, que es uno de los máximos anotadores en este torneo. Además, humillaron al cuadro "azzurro", que se quedó eliminado en primera fase, y encima, último en el grupo.
Tras la hazaña, Eslovaquia jugó ante Holanda de igual a igual, tal como lo hizo ante los desvencijados italianos. Sin embargo, la mayor experiencia y calidad de los holandeses fue determinante. Cuando iban 0-2 y se acababa el partido, generaron un penal en el área naranja. Naturalmente, lo ejecutó Vittek, y anotó el descuento. En su primera incursión mundialista, Eslovaquia se fue con la frente en alto.
Lo mismo podemos decir de Chile. Su última participación fue en Francia '98, donde llegaron a octavos de final; pero a costa de tres empates. El objetivo era volver a ganar un partido mundialista. No lo lograban desde que fueron locales en 1962, cuando llegaron a ser terceros al imponerse 1-0 a Yugoslavia. E
incluso se podría decir que las victorias fuera de casa les eran esquivas desde 1950, cuando golearon 5-2 a los Estados Unidos.
Los rivales, pese a no ser una perita en dulce, se presentaban propicios para la ocasión. Chile venció a Honduras por la mínima diferencia y rompió el maleficio. Luego derrotó a una Suiza amarrete (que no supo qué hacer en desventaja) por el mismo marcador. En ambos encuentros pudo haber ganado por goleada; quizás lo hubiesen hecho si Zamorano y Salas nacían diez años después de su fecha original de nacimiento, y si Humberto Suazo llegaba en mejor forma.
El último partido fue derrota ante España 1-2. Pese a la clasificación a octavos, ese resultado lo condenó al segundo lugar, y por ende debía enfrentar a Brasil. Otra vez fueron derrotados: esta vez por 0-3. No obstante, lo bueno fue que Chile no se tiró atrás, sino que ante ambos rivales del "primer mundo" del fútbol, los encaró tan igual como lo hizo ante Honduras y Suiza. Esto tuvo que ver con el cambio de mentalidad que impuso a la selección "mapocha" su entrenador argentino, Marcelo Bielsa. Muchos criticarán que era mejor tirarse atrás y evitar las derrotas. Pero Bielsa murió en su ley, esa misma que los futbolistas chilenos también asumieron como suya.
Chile y Eslovaquia regresan a casa en octavos de final. Pero ambas selecciones han realizado una buena performance en la Copa del Mundo. Pese a la derrota, queda la dignidad de ambos equipos como ejemplo.
Fotos: http://larepublica.pe
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