Tendría que escribir sobre Brasil y su discreta (aunque victoriosa) actuación en su debut mundialista, pero prefiero hacerlo sobre Corea del Norte. A pesar que haya sido el único seleccionado que en la presente jornada no haya sumado puntos, y que no tenga grandes figuras jugando en las mejores ligas europeas.
Disculpen que esriba en personal. Cuando veía por la televisión a los jugadores de Corea del Norte entonar su himno patrio, se notó a uno de ellos, el delantero Jong Tae Se, que al momento de hacerlo lloraba. Y a mí también me dieron ganas de llorar. Cuando uno está fuera de su país y escucha alguna canción de su tierra, se emociona. Y debe sentirse más esa emoción cuando se escucha el himno.
Desde ese instante pude comprobar que, aunque equipo pequeño, esta Corea del Norte no iba a ser presa fácil del poderoso "scratch". El amor a la patria, y el darlo todo por la camiseta de un país, es fundamental para no temer a ningún rival. Por más que hayan pasado 44 años de ausencia en Copas del Mundo.
Los brasileros, fieles a su estilo, tomaron la iniciativa. Robinho fue el atacante más peligroso de los auriverdes, aunque también destacó Maicon por la banda izquierda. Sin embargo, la defensa norcoreana se comportó a gran altura durante todo el primer tiempo. Y no es que aguantaran atrás y reventaran todas las pelotas: salían jugando desde el fondo, e incluso llegaban al área contraria, donde el mismo Jong Tae Se incomodaba. El "Rooney asiático" tuvo a maltraer a Lúcio y compañía en la zaga brasilera.
Brasil se impuso más por peso de la camiseta, que por ser mejor que su corajudo rival. Maicon anotó primero ante un descuido del portero Ri Myong Guk. Quince minutos después Elano amplió el marcador, tras gran pase "en callejón" de Robinho. Cuando parecía que el marcador era definitivo, Ji Yun Nam apareció en medio de la zaga "verde-amarelha" para poner el de honor para los norcoreanos.
Aunque haya perdido el partido, Corea del Norte ha ganado el campeonato de la dignidad. Y el del respeto del público. Porque enfrentó sin complejos a un Brasil desdibujado, y además tuvo momentos de buen fútbol, sin levantar la pelota del piso. No serán una perita en dulce para portugueses y costa-marfileños, quienes decepcionaron en la previa al igualar sin goles.
Por el lado del Brasil, Dunga tendrá que evaluar en su conciencia por qué dejó a astros de la talla de Ronaldinho y Adriano, quienes hubieran dado un peso más ofensivo al equipo "canarinho". Porque aunque defiende bien, no gusta. Y la falta de contundencia le puede pasar la factura.
Nueva Zelandia de los milagros. Cuando parecía que una esforzada (pero limitada) selección de Eslovaquia se llevaba los tres puntos del campo de Rustemburgo, Nueva Zelandia, que nunca sumó puntos en un mundial, lo empató en el final. Dura lección para los europeos sobre la importancia de asegurar el marcador, y premio para el cuadro oceánico que parte igual con los demás integrantes de su serie.
Foto: El Comercio de Ecuador.
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