Francia acaba de perder dos a cero ante México, y está casi eliminada de la Copa del Mundo. Pero ese no es su principal problema. Hay un asunto muy importante que debe resolver de cara al futuro, y que ha estado presente en casi toda su historia futbolística.
Cuando Francia alcanzó sus picos más altos en la historia de los mundiales, se debió a las grandes individualidades que ha producido su fútbol. En principio, Francia fue un constante participante de las Copas del Mundo. Hasta que en 1958, de la mano de su goleador Just Fontaine, llegó a un inesperado tercer lugar en el mundial de Suecia, con un equipo con contundencia ofensiva donde también destacaba el fútbol de Kopá y Vincent.
Pasó esa generación, y volvió el ostracismo a Francia. Para su suerte, a fines de la década de los '70 aparecería su primer gran genio: Michel Platiní. De la mano de uno de los volantes más talentosos que haya dado el balompié en el mundo, Francia otra vez estuvo cerca de la gloria. Aunque en 1978 no pasaron la etapa de grupos, en 1982 llegaron cuartos, y en 1986, terceros. Además, lograron ganar la Eurocopa de 1984.
Pero el tiempo se le acababa a Platiní, quien se retiraba de la selección. Y Francia volvía a quedar huérfana de un conductor. Estuvo ausente dos mundiales consecutivos. Hasta que en 1998, siendo organizador de la Copa del Mundo, estrenó su regreso y un nuevo caudillo.
Se trataba de Zinedine Zidane, quien brillaba por esos años en la Juventus de Italia. Con su fútbol mágico, guió a Francia a ganar por vez primera la Copa del Mundo en el '98. Además ganaron la Eurocopa del 2000 y la Copa Confederaciones del 2001. La selección francesa parecía imbatible.
Para el mundial del 2002, Francia era archifavorita. Empero, no contaban con que "Zizou" se lesionaría, y no podría jugar los dos primeros partidos de este torneo. Los galos perdieron ante Senegal y luego empataron con Uruguay sin goles. Zidane volvió en el último partido ante Dinamarca, pero no en las mismas condiciones. Y la selección del "gallo" cayó dos a cero. Eliminada en primera fase y sin marcar goles. En el 2006, Zidane condujo a su selección hasta la final. Pero la historia con Materazzi es conocida.
Ahora Francia necesita golear a Sudáfrica, que está herida y tratará de reivindicarse ante su gente; y depende de que en el duelo entre México y Uruguay, uno de los dos se alce con la victoria. Que pase lo segundo es más fácil que lo primero, porque Francia no ha demostrado tener argumentos para hacerlo, Y sobretodo, porque en el primer mundial donde Zidane está ausente, parece ser más necesario que nunca.
La selección gala necesita que aparezca otro Platiní o Zidane para permanecer en la órbita del fútbol. De lo contrario, puede volver a caer en los hoyos descritos anteriormente. Esa es su tragedia.
¿México? Nuevamente demuestra su consolidación dentro del concierto del fútbol mundial. Y parece acostumbrarse a la idea de jugar en equipo, y no depender de un astro.
Foto: http://www.ole.com.ar
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